LION ROCK FEST (LEON 4 DE NOVIEMBRE)

Es poco usual que, en el primer alumbramiento de una familia, todo salga a pedir de boca. Lo cierto es que en la mayoría de ocasiones, los progenitores y resto de cortesanos, a toro pasado, tengan algo que comentar, criticar o que, como privilegiados ciudadanos de a pie del primer mundo, poseamos una opinión basada en experiencias pretéritas de allegados de confianza que hacemos particularmente nuestras. Pero, al final, lo que importa es que la criatura ha pasado a tomar calor en nuestro pecho y que, la unión, salvo desastre absoluto, eclipsa por completo al desarrollo del proceso.

Pues bien, tras estas palabras asistimos al primer parto del Lion Rock Fest que tanto había dado de qué hablar entre la comunidad rockera, durante meses tras su anuncio. Y, aunque como os decía antes, seguramente todo pueda ser mejorable, no seré yo el que entre en detalles sobre organización y demás avatares ataviados a semejante evento coreado por los fans del Hard Rock. En primer lugar, porque ya el esfuerzo fuera de las grandes capitales de provincia de siempre merece elogios por doquier. Pero, en segundo lugar, porque hay que dar vida y aliento a estas arriesgadas iniciativas que, vista su proyección inicial, de seguro sus “padres y madres” de ARTISTI-K, ya han tomado nota de los elementos a pulir para su desarrollo y crecimiento absoluto.

Sábado, cuatro de noviembre y con un gélido ambiente climático, arrancaba dentro de sus horarios, más o menos, una jornada tropical, paradisíaca, dentro de los muros del acogedor, imponente y titánico Palacio de Exposiciones y Congresos De León. Sí, estábamos en León, aunque por la torrencial lluvia de amantes de la música (cerca de los tres mil asistentes), neófitos y míticos, casuales y abonados a la causa, aquello pareciera una Donostia en sus mejores tiempos, un Madrid engalanado con sus mejores atuendos o una Barcelona multicultural. Gran éxito de concurrencia con rotunda certeza.

Abrían brecha CRAZY LIXX a quiénes muchos teníamos ganas de ver y comprobar su solvencia de estudio encima de un escenario, máxime cuando su líder, Danny Rexon, ha conseguido mantenerse en el candelero, fuera aparte de con su banda, trabajando codo con codo con la mediática Chez Kane.

Para ser sincero, entre efusivos saludos y abrazos, nada más entrar por la puerta y hasta llegar a las tablas que inauguraban este festival, poco pude analizar de la banda. Y es que la gran tribu que se ha creado en torno a Rock Angels y el cariño que ha recibido un servidor, además de la prolija llamada a filas de grandes amigos, estimados conocidos y paisanos de mi tierra, Burgos, desembocó en un desfile de sonrisas y charlas cómplices que demandaban más atención que el propio concierto. (Gracias a todos y todas por estar ahí y por las sentidas muestras de afecto; mutuo y correspondido). A lo que pude atender, me desconcertó la perfección de coros y algún que otro detalle musical, pero, como no voy a ir de suspicaz, no voy ni a mencionar los pregrabados para directo, tan solo voy a salir por la tangente y esperar a ver a los suecos en otro “tinglado” para poder juzgar. Escuchar, escuché de todo y de mucha gente, pero ya tenerlos ahí para carburar motores fue un ejercicio de selección bastante potente por parte de los organizadores. Hablar de más y sin saber no es mi impronta.

Con buen criterio, la amplitud de la pista pudo permitir una dupla de escenarios, el principal y el de soporte, para no demorar los recitales de cada banda y amilanar al respetable. Así que, en teoría, llegaba la hora de uno de los platos fuertes de la jornada, ya que así se nos dio a entender con el primer gran tumulto de gente aguardando frente al “escenario principal”. ECLIPSE fueron los elegidos.

Los de Erik Martensson cuentan con un respaldo incalculable de amantes de su estilo. Y digo “su estilo” porque ellos han creado una fórmula, más que reconocible de Hard Rock, que aglutina masas a su favor y que crea clones en laescena a cada semana. Pasando a los detalles de su concierto, he de decir que aunque la formación haya mejorado visualmente su directo (aún a pesar de que su batería habitual fuera reemplazado por el rotundo y espectacular batera de THE CRUEL INTENTIONS), siguen provocando en mí un desánimo lánguido en cuanto aejecución musical se refiere (cierto es que no pudieron tocar con sus “trastos” y tuvieron que ir “de prestado”). La sobreproducción de sus discos los encoge en directo, sobre todo a su promotor y vocalista, el ya citado Erik, quien sufre en demasía al acometer unas labores que en estudio ya denotan su exigencia.

Tampoco ayudó que, como ya es usual, descarten del setlist sus dos primeros discos, pero que ya olviden también su

mejor obra, Are You Ready To Rock, y que pasen de puntillas por su renacer, Bleed And Scream, con un, eso sí, grandioso S.O.S. y un Battlegrounds en acústico, por muy épico que suene, para mí supuso una ruptura con una pareja con la que llevas mal cierto tiempo: necesaria y poco dolorosa. Y entiendo que sus seguidores estallaran de regocijo escuchando su

retahíla de estribillos auto plagiados, singles mono dosis de calado “fastfood” que son una garantía de aupar puños en alto, pero la falta de criterio en la elección, entre un catálogo bastante más elegante dentro de sus creaciones, llegó incluso a rozar el sopor cuando bajaron decibelios, por mucho que quisieran agradar a los añejos con un pedacito de Heaven And Hell de BLACK SABBATH. Era una noche que podía haberlos aupado, realmente, al lugar al que un nutrido sector de consumidores musicales ya los tienen, pero que, para quienes hemos sentido el poder de esta llamada desde sus inicios, quedó en agua de borrajas. Cerrar con Viva La Victoria era lo esperado, pero no lo apremiante.

 

Retrocediendo sobre nuestros pasos, volvíamos al segundo escenario. Era la hora de corroborar el nombre que se están creando los locales BE FOR YOU (B4U). La tertulia, típica de este país, centraba su atención en porqué esta, mal tildada, desconocida banda (hay que escuchar algo más de lo que nos venden a espuertas…) tocaba a una hora tan buena, tan dentro del festival, nada menos que después de ECLIPSE. Pues yo lo voy a achacar a algo a lo que muchos festivales patrios de renombre debieran de tomar nota: a apostar por su cantera por encima de galones y, honrar a sus pupilos, con horarios dignos que propaguen la difusión de bandas emergentes. Los leoneses sacaron toda su garra. Con dos discos a sus espaldas y todas las ganas del mundo salieron a escena con ganas de demostrar que no representaban a su tierra por azar. Su mezcla de Hard, A.O.R. y ciertos detalles “marca de la casa” los diferencian de la corriente habitual, aderezando con buen gusto detalles por allá y por acá, sin distracciones innecesarias. El respetable  con la boca abierta desde la primera nota, desconcertados por el desconocimiento hacia sus composiciones, entró en calor cuando interpretaron Heart Turns To Stone de los míticos Foreigner. A su estilo y con puntería, se metieron a todo el mundo en el bolsillo, abonando así la creciente atención que se les mostró hasta su despedida. Mención aparte merece su vocalista Ángel, quien argumentó tablas, sabiendo dosificar su potente chorro de voz y, a la vez  transmitir una emoción imposible de disimular. Contagiaba al público de optimismo y eso retroalimentaba a la banda que parecía estar llenando Donington. Quedamos a la espera de su tercer “larga duración”, previsto para el año que viene y, nada más ni nada menos, que bajo sello internacional (Lion´sPrideMusic). "Chapeau".

 

Como pelotas de ping pong, rebotábamos al otro escenario para ver a los supuestos cabezas de cartel. GOTTHARD ostentan un nombre endiosado gracias a una carrera colosal, sustentada por discos clásicos contemporáneos, hasta que, maldito destino, este nos privó del astro frontal Steve Lee. Tras la entrada de Nic Maeder y su imposible empleo, las luces y las sombras en sus obras abarcan demasiados contrastes, siempre dentro de la corrección. Y aunque el eterno sustituto roza la clonación vocal, en temas insignes como Moutain Mama no consigue alcanzar los tonos más exigentes, lo que deslava la euforia de los acérrimos a los suizos. El conjunto de canciones se me antojó aceptable: Starlight, LiftYou Up, Hush (cover de JOE SOUTH, acercada a nuestro cerro por DEEP PURPLE), Anytime,  Anywhere,  OneLife,  OneSoul, Remember Me, Top Of TheWorld o la archiconocida Mighty Quinn(cover de MANFRED MANN) para finalizar, fueron algunos de sus momentos destacables. El gran pero es que a la banda se la apreciaba distante, incluso poco convencida. Su exceso de rigor a los cánones de fijación,se tradujo en un solo de batería que no hizo más que acrecentar la sensación de apatía. Oportunidad perdida por conquistar un novedoso feudo, a alguna alma más allá de los que aún les profesan fervor. No fue un mal concierto, pero de esas botas se esperaban más patadas.

 

Y vuelta hacia atrás con la ilusión de ver a uno de mis combos predilectos nacionales: 91 SUITE. Desde Murcia con amor, uno de nuestros tesoros más exportables rindió cuentas con la zona norte del país.  Se les anhelaba y la espera mereció la pena. Jesús Espín, muy comunicativo como portavoz de la banda, dejó patente su valía vocal, imposible de reproducir como en su inmaculada discografía, pero con alardes de grata elegancia y pasión. Iván González magistral a las seis cuerdas, un hechicero con cantidad de recursos, con su dupla reflejada en Paco Cerezo. El resto de la banda sensacional (David Marata nunca falla y su elegante bajista Antonio Muñoz enriquece), aunque el pulso, la palpitación y la adrenalina venía a cargo de su formidable batería David Koto. Vaya manto de mandobles le metía a su kit; todo con un ímpetu contagioso que hasta conseguía hipnotizar, haciendo posar toda la atención de propios y extraños en su persona. El repaso a su intachable discografía, desde Times They Change o Seal It With A Kiss, se agitaba con el single Starting All Over, quizás por su cercanía en el tiempo, pero, lo que es indudable es que, canción arriba, canción abajo, todas ellas contaban con el tarareo y sonrisa cómplice de una concurrida y expectante reunión de amantes del Rock melódico. All For Love, Hard Rain, Wings Of Fire, Perfect Rhyme... ¡madre que repertorio! Gran noche para ambas formaciones patrias.

 

 

Y por fin, último regreso al escenario grande para contemplar a H.E.A.T. Los suecos dieron un recital asombroso, afirmando su posición entre la élite de grupos de primera categoría.  Los de Jona Tee y Dave Dalone han crecido musicalmente y "se han hecho mayores". La vuelta de su vocalista original Kenny Leckremo, asentado completamente en el seno de la banda, lo ha convertido en un torbellino escénico, un maestro de ceremonias a la antigua usanza y un vocalista fuera de serie. El sonido fue extraordinario desde la localización técnica y eso les consumó como apuesta ganadora, poniendo patas arriba el recinto. Planearon por toda su discografía sin fisuras: Living OnThe Run, Hollywood, Breaking The Silence, Point Of No Return, Back To The Rythm, Never Let Go, A Shot At Redmption y así hasta llegar a la festiva jam sesión que se montaron bajo el manto de una Beg, Beg, Beg histérica, donde, prolongando el minutero, exhibieron toda la diversión que son capaces de crear en una orgía musical entre banda y público que comulgabanal unísono. Que tiemblen los cabezas de cartel de cualquier festival, el "calor" nórdico está dispuesto a derretir todo lo que pase bajo sus pies. Imparables.

 

Cierre por todo lo alto de una primera edición del Lion Rock Fest que, con mimo y ciertas pinceladas de mejora, se convertirá en una de las citas obligadas del otoño festivalero. Mi más sincera enhorabuena.

CRONICA: JESUS ALIJO LUX

FOTOS: LUIS CATEDIANO