“LOS BARONES+SERVESONGS (10 OCTUBRE DE 2025, SALA EVEN SEVILLA)”

La noche del día 10 se veía complicada. Inicio de puente, varios conciertos llamativos en la capital hispalense, polémicas en redes…parecía que todo se estaba conjurando para que el concierto reprogramado de Los Barones con Sherpa y Hermes Calabria a la cabeza se viniera abajo. Pero Sevilla tuvo que ser.

   Pero poco a poco almas de todas las edades y condiciones se iban dando cita en la puerta de la Sala Even dispuestas a disfrutar de un show único, de rememorar grandes temas de Barón Rojo que como un legado pasan de padres a hijos.

  La banda invitada y que abría para las leyendas fue SERVESONGS. Un grupo creado allá por 2023 para honrar a los grupos españoles de rock como Leño, Rosendo, Obús, Barricada o los propio Barón Rojo. Capitaneados por Antonio Pipió que ya tiene sus tablas en Cadena Perpetua o Tarugo salieron a escena sobre las nueve y media largas, cuando en la sala apenas había publico pero el que había se animaba con los primeros acordes de “Frio” mítica canción de Alarma, que entonó el ambiente.   Muy buen rollo el de su guitarrista Antonio Romero que también tiene largo recorrido en el rock andaluz. Sus punteos, firmes y elegantes elevaban el rock a su máxima expresión: la diversión y dar lo mejor al público. Fueron muy bien recibidas canciones como “Dolores se llamaba Lola” de Los Suaves y todos coreando “Vamos muy bien” de Obús, que puso a saltar a los asistentes mientras Pablo Molina a la batería lo daba todo, haciendo subir la temperatura ambiente. Al ritmo del bombo le seguía de cerca José Manuel García al bajo, también componente de Cadena Perpetua. Muy bien recibida también fueron “No hay tregua” de Barricada o la clásica “Dinero” de Obús. Mención aparte el tema de Rosendo “Flojos de pantalón” que emocionó a los presentes al recordar a la figura del vallecano ilustre. Para despedirse del público sevillano eligieron acertadamente otra canción del madrileño:  “Pan de higo”.  Servesongs, fuera aparte de su corto pero intenso recorrido, se perfila como una banda que ha nacido para que la historia del rock español no se pierda, que sea recordada, siendo lo más fiel posible a sus grupos de referencia, lo cual es de agradecer entre tanta banda de verbena que surgen de la nada. Desde luego les auguro un buen futuro y mas bolos a los que habrá que asistir para ver su buena evolución. Tras despedirse del publico que ya llenaba la sala al completo, todos esperaban que salieran al escenario las leyendas vivas del rock en España.

Tras unos minutos de espera y montaje de la batería, saltaban al escenario Hermes Calabria a la batería, Dani Romero y Placido R. Nosti a la guitarra y como no, Sherpa a la voz y bajo. Su nombre y el de Hermes enseguida fueron coreados por todos los que estaban allí, como si estuvieran invocando a los dioses. Y es que tener tan cerca a dos leyendas vivas de nuestra música, de uno de los grupos más grandes de la historia española ya creaba ambiente de emoción.

    Quien no va a disfrutar de la música por prejuicios o por el qué dirán nunca sabrán que se perdieron esa noche. A pesar del paso de los años la voz y las cuerdas de Sherpa están en plena forma y no digamos de Hermes que oculto tras la batería parecía incansable e incombustible, recordando a todos porque es considerado uno de los mejores baterías. La primeras notas de “Casi me mato” ya hicieron saltar a la audiencia, reconociendo tema a tema y arropando a Sherpa en la voz. Otro clásico, “Son como hormigas” ya con el tema de sonido resuelto, continuó subiendo la temperatura. Con apenas dos canciones en las tablas se podía intuir que Dani Moreno está llamado a ser una joven promesa de las seis cuerdas. Su bien hacer y su puesta en escena le da frescor a una banda bien compenetrada pese a su diferencia de edad.

    Con la sala cada vez mas repleta le tocó el turno a “El malo” que dejó claro que las cuerdas vocales de Sherpa han sido y serán grandes, pese a quien le pese. Desde luego el bajista no habría tenido problema en dedicarse a los monólogos si no lo hubiera hecho a la música; la presentación de cada tema, la conexión con el público, el hablarles como si los conociera de toda la vida, hacia que todo fuera fácil y fluido. “Barón Rojo”, ese gran éxito que perdura en el tiempo fue lo que terminó de animar a toda la sala, que vibraba con cada nota que salía de las cuerdas de Placido, otro gran artista reconocido.

  Una pequeña pregunta trampa servía de inicio de “Campo de concentración” mientras que “Anda suelto Satanás” nos recordaba que los políticos siempre están ahí al acecho. Pequeñas pausas para tomar aire servían para que Sherpa dialogase con el público, entregado al máximo, agradecido por recordar grandes tiempos de la música.

   La gran descarga de guitarras  vino de la mano de “El Barón Vuela” que con sus decibelios ensordecedores planeó cobre la capital hispalense, dejando mudas a las salas colindantes y a quien deleitaba por primera vez tan gran instrumental. “Chicos del Rock” y “Concierto para ellos” se encadaban para traer un clásico entre los clásicos que fue cantada a dúo por Sherpa y los presentes. Y es que “Siempre estáis allí” es una delicia en directo y más cuando la conexión con el público es tal que casi ni hacía falta los instrumentos para interpretarla. Magnifico solo de guitarra interpretado nota a nota de forma magistral.

  Entre canción y canción, Sherpa recordaba sus inicios en Los Módulos, como conoció al amor de su vida precisamente en Sevilla y como Carolina le dio lo mejor a Barón Rojo. Y es que es tan cercano a pesar de su recorrido musical, de haber estado en lo más alto que hace que el público se sienta como uno más del grupo. Tal fue la comunión que de forma improvisada surgió un pequeño homenaje a Jesús de la Rosa, cantante de Triana y amigo personal del bajista, que se arrancó unas notas de “Tu frialdad”, que mágicamente el grupo le acompañó y todos los que estaban allí corearon. Ganas de llorar, emoción a flor de piel y besos al cielo.

  El ritmo volvió con “Breakthoven”, “Se escapa el tiempo” y la gran “Resistiré” que había sido reiteradamente pedida por el público. Otro de los grandes momentos de la noche fue sin duda “Hijos de Caín”, esperada por todos y recibida con una ovación. Y es que cuando esos clásicos suenan, el mundo se para y parece que no hay tiempo ni hora para que se acabe el show pero tal como anunciaba el “capitán del equipo” todo tiene un final. Y final de lujo con “Los rockeros van al infierno” que si ya estaba caldeado fue la que puso el broche de oro a una noche de recuerdos, grandes momentos y la esperanza de que la juventud que había allí congregada conservara la herencia de los más grandes del rock. Una noche para recordar y callar muchas bocas que con sus intentos de cancelar lo que hacen es avivar mas la llama.

Cronica: Carmen Torres